Las protestas contra las armas suceden en Estados Unidos desde hace una semana, cuando un instituto de Florida sufrió la matanza de 17 personas. La presión ha hecho que Donald Trump, se haya mostrado abierto a algunas medidas tímidas de restricción, como mejores controles de antecedentes o prohibir unos dispositivos que convierten un fusil normal en una metralleta. Pero este miércoles quedó claro que de momento ninguna medida va encaminada a frenar el fenomenal mercado de armas civiles: en un encuentro con padre de jóvenes muertos en matanzas se mostró partidario de armar a los profesores como manera de evitar esos baños de sangre.
El encuentro, de más de una hora, fue retransmitido en directo por televisión y permitió ver a Trump respondiendo a padres que habían perdido a sus hijos el pasado miércoles en Parkland o hace cinco años en Newtown (Connecticut), en la masacre de niños de la escuela de primaria de Sandy Hook. Y aunque algún joven superviviente reclamó medidas contra las armas de asalto, cuestionó cómo alguien como él puede comprar un arma de guerra sin ningún requisito más, la mayor parte de intervenciones iban más centradas en mejorar la seguridad de las escuelas que en frenar el flujo de armas.